El
Secretariado diocesano de Misiones expresa su agradecimiento a cuantos
participaron el sábado, 22 de febrero, en el XXII ENCUENTRO DIOCESANO de NIÑOS
y FESTIVAL de la
CANCIÓN MISIONERA , en Vejer de la Frontera.
A los niños, jóvenes y monitores de manera muy especial. Y, también se lo manifestamos al Colegio del Divino Salvador, a la Parroquia del Divino Salvador y al Excmo. Ayuntamiento de Vejer de la Frontera.
Antes de
empezar la misa, Juan Piña, Director del Secretariado de Misiones y OMP, acogió y presentó a todos los grupos.
En el altar,
presidiendo, se situaron a los santos Patronos de las misiones “ad gentes”,
santa Teresita del Niño Jesús y a san Francisco Javier. Aunque en el retablo,
de la Parroquia ,
podía contemplarse, una bella talla de san Francisco Javier.
¡¡Qué homilía
tan bonita la del P. Antonio Casado!!
Los niños fueron sus protagonistas, hasta
el punto que entusiasmados desde los bancos levantaban las manos para
participar en el cuento, “La sopa de Piedra", que como instrumento utilizó el
presbítero para hacerles llegar uno de los mensajes centrales del Evangelio: El
amor al prójimo y la construcción de la Iglesia por la fe.
A un lado y al otro del altar,
el grupo musical de la
Parroquia del Divino Salvador, “Pange lingua”, de Vejer, y
el Coro “Santa Cecilia”, del Conservatorio de Música de Chiclana, creaban con
sus voces el ambiente propicio para cada momento de la liturgia.
Este mismo
mensaje poco después fue de nuevo eje central de la Catequesis que
recibieron los chavales: “Los niños
ayudan a los niños”. Se trata del
lema de la Infancia
Misionera , que este año de manera sencilla y directa las
Obras Misionales Pontificias subrayan con la ayuda de una proyección extraordinaria,
“La revolución de Jeferson”. La historia captó de tal manera la atención de los
pequeños, que las aulas, repletas con más de trescientos niños y jóvenes,
quedaron en absoluto silencio durante sus doce minutos de duración. Tender la
mano, ayudar al que lo necesita, lejos de ser un rollo, te hace feliz. Esa es
la idea que monitores y catequistas trabajaron con ellos al acabar la
proyección, repartidos en diecisiete pequeños grupos entre el patio, las aulas
e incluso los pasillos del Colegio Divino Salvador.
La atmósfera
de alegría que desde primera hora se respiraba entre nosotros, terminó
explotando en forma de canciones en el teatro municipal de Vejer, donde se
desarrolló el Festival de la Canción Misionera. Las canciones iban y venían
desde el patio de butacas al escenario y del escenario al patio de butacas. Los
grupos de los distintos puntos de la Diócesis se apoyaban unos a otros, como si de
manera inmediata el mensaje de Jeferson hubiera calado entre todos ellos. Para
quienes escribimos estas líneas resulta todavía pronto poner en orden este
batiburrillo de sentimientos, entre los que destaca de manera especial el
reconocimiento a la extraordinaria labor que catequistas y monitores desarrollan
a lo largo de todo el año con estos misioneros de la alegría.
El nivel de
los participantes fue extraordinario, poniendo en un serio aprieto al jurado.
La frase resulta un tanto manida, pero obedece exactamente a la realidad. La
dificultad de destacar a uno sobre otro, se solventó reconociendo lo evidente:
todos merecían ser premiados. Vencedores y vencidos no encajaban en absoluto en
este guión.
Hoy, cuando
todavía resuenan canciones y risas, quienes formamos parte del Secretariado de
Misiones os queremos, de nuevo, dar las gracias. Sin vuestra colaboración nada
hubiera sido posible. Pero en esta ocasión también queremos expresaros nuestra
gratitud sencillamente por hacernos disfrutar. No todo el mundo tiene la suerte
de trabajar con gente como vosotros. No todo el mundo tiene la suerte de
trabajar para quienes fueron puestos como ejemplo para hablarnos del Reino de Dios.
Infancia Misionera
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