VATICANO - Benedicto XVI en Portugal: “El campo de la misión ad gentes se presenta hoy notablemente dilatado y no definible solamente en base a consideraciones geográficas”
Porto (Agencia Fides) – “Hermanos y hermanas míos, hace falta que os asociéis a mí como testigos de la resurrección de Jesús. En efecto, si vosotros no sois sus testigos en vuestros ambientes, ¿quién lo hará por vosotros? El cristiano es, en la Iglesia y con la Iglesia, un misionero de Cristo enviado al mundo. Ésta es la misión apremiante de toda comunidad eclesial: recibir de Dios a Cristo resucitado y ofrecerlo al mundo, para que todas las situaciones de desfallecimiento y muerte se transformen, por el Espíritu, en ocasiones de crecimiento y vida”. Es la exhortación que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los numerosos fieles reunidos en la Avenida dos Aliados de la ciudad de Porto, donde celebró la Santa Misa la mañana del viernes 14 de mayo, antes de terminar su viaje apostólico a Portugal.
Inspirándose en la figura del apóstol San Matías, de quien se celebraba la fiesta litúrgica, en la homilía el Papa se detuvo en la importancia del testimonio y en el significado de la misión. La escucha atenta de la Palabra de Dios y la participación al banquete eucarístico harán de nosotros “testigos y, aún más, en portadores de Jesús resucitado en el mundo, haciéndolo presente en los diversos ámbitos de la sociedad y a cuantos viven y trabajan en ellos”, afirmó el Papa, subrayando que esto se realiza “sin imponer nada, proponiendo siempre, como Pedro nos recomienda en una de sus cartas”. La experiencia enseña “que es Jesús a quien todos esperan”, ya que “sin Dios el hombre no sabe a donde ir y no logra ni siquiera comprender quien es”, reafirmó Benedicto XVI.
“Debemos vencer la tentación – prosiguió el Pontífice – de limitarnos a lo que ya tenemos, o creemos tener, como propio y seguro: sería una muerte anunciada, por lo que se refiere a la presencia de la Iglesia en el mundo, que por otra parte, no puede dejar de ser misionera por el dinamismo difusivo del Espíritu. Desde sus orígenes, el pueblo cristiano ha percibido claramente la importancia de comunicar la Buena Noticia de Jesús a cuantos todavía no lo conocen. En estos últimos años, ha cambiado el panorama antropológico, cultural, social y religioso de la humanidad; hoy la Iglesia está llamada a afrontar nuevos retos y está preparada para dialogar con culturas y religiones diversas, intentando construir, con todos los hombres de buena voluntad, la convivencia pacífica de los pueblos. El campo de la misión ad gentes se presenta hoy notablemente dilatado y no definible solamente en base a consideraciones geográficas; efectivamente, nos esperan no solamente los pueblos no cristianos y las tierras lejanas, sino también los ámbitos socio-culturales y sobre todo los corazones que son los verdaderos destinatarios de la acción misionera del Pueblo de Dios”.
Finalmente Benedicto XVI ha destacado que “estamos llamados a servir a la humanidad de nuestro tiempo, confiando únicamente en Jesús”, en cuanto “todo se define a partir de Cristo: la misión la recibimos siempre de Cristo, que nos ha dado a conocer lo que ha oído a su Padre, y el Espíritu Santo nos capacita en la Iglesia para ella. Como la misma Iglesia, que es obra de Cristo y de su Espíritu, se trata de renovar la faz de la tierra partiendo de Dios, siempre y sólo de Dios”.
Publicar un comentario