OMPRESS-ROMA
(30-4-14) "Para que María, Estrella de la Evangelización, guíe la
misión de la Iglesia de anunciar a Cristo a todos los pueblos", es la
intención por la evangelización o intención misionera que propone el
Santo Padre para el mes de mayo, mes de María, guía para la misión.
Los
números conclusivos de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium
del Papa Francisco tratan precisamente de María, Estrella de la
Evangelización: “Hay un estilo mariano en la actividad
evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María
volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En
ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los
débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para
sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa
a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió
vacíos a los ricos» es la que pone calidez de hogar en nuestra
búsqueda de justicia. Es también la que conserva cuidadosamente
«todas las cosas meditándolas en su corazón». María sabe reconocer
las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y
también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del
misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana
de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret,
y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su
pueblo para auxiliar a los demás «sin demora». Esta dinámica de
justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo
que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización.
Le
rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia
llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos,
y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo. Es el Resucitado
quien nos dice, con una potencia que nos llena de inmensa confianza
y de firmísima esperanza: «Yo hago nuevas todas las cosas». Con
María avanzamos confiados hacia esta promesa, y le decimos:
Virgen
y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de
la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al
Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más
imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú,
llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el
Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre.
- Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor.
- Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora. Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.
- Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino. Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz. Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros”.
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