OMPRESS-ROMA (7-5-14) Mons. Protase Rugambwa, Presidente de las Obras Misionales Pontificias (OMP), manifestaba que “las OMP son uno de los instrumentos más importantes y relevantes para mantener alta la prioridad de la Missio ad Gentes en vuestras Iglesias. Con este fin se han llevado a cabo publicaciones de revistas, conferencias para jóvenes, adultos, adolescentes, cursos de formación misionera para el clero y los laicos, jornadas misioneras, recaudación de fondos, visitas a seminarios, congregaciones religiosas, y muchas otras actividades”. Estas palabras las dirigía a los participantes de la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias, que se está desarrollando esta semana en Roma con la presencia de los más de 130 directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias en todo el mundo.
Mons. Protase hizo amplia referencia al ministerio misionero del Papa Francisco, quien “desea una iglesia que no esté cerrada en sí misma, sino una Iglesia en salida misionera. Una Iglesia evangélica pobre, que se proyecte y elija a los pobres, que vaya alrededor del mundo, especialmente a las periferias geográficas y antropológicas. Y nos está diciendo que debemos ser evangelizadores alegres, felices, que donan la alegría del Evangelio a todos. Es un gran estímulo para que nosotros continuemos la obra de cooperación misionera para la que hemos sido designados”.
Después de mencionar las actividades realizadas por el Comité Ejecutivo y la Comisión económica, además de las cuestiones tratadas en la Asamblea especial de noviembre, el Presidente de las OMP se ha detenido en la situación que estamos viviendo. “Estamos en un período de transformaciones profundas, no sólo a nivel eclesial sino también a nivel civil. No exagero al decir que hoy en día es difícil, incluso trabajar y ayudar a los pobres y a los que son llamados desechos de la humanidad. Tal vez debido a algunos abusos o escándalos, las leyes de algunos Estados están haciendo difícil, de hecho, la ayuda económica a las iglesias, poniendo normas muy estrictas sobre la exportación de capitales”.
En este sentido, Mons. Rugambwa señaló algunos aspectos prácticos. En primer lugar, la necesidad de “una comunión sincera y eficaz entre oficinas nacionales y secretariados internacionales”, ya que “se necesita un diálogo continuo, sincero, una comunicación eficaz, una ayuda mutua, un respeto y una estima que provienen del hecho de que nosotros no trabajamos para nosotros mismos, sino para el Reino de Dios. Si logramos hacer de esta gran y capilar organización, que son las Obras Pontificias, una familia, entonces estas recuperarán un nuevo esplendor y una vitalidad renovada”. Otra cuestión destacada fue la comunicación y la transparencia del factor económico, en lo que se lleva trabajando desde hace tiempo: el nivel actual de claridad y transparencia logrado a nivel central, tendrá que reflejarse ahora a nivel de las direcciones nacionales.
Por último, Mons. Rugambwa afirmó que los Directores Nacionales deben ser un “puente entre la congregación y la sede central de las OMP y las Conferencias Episcopales, y, en particular, las Comisiones de Misiones o para la Evangelización”. “Es importante recordar, especialmente en estos tiempos, en los que las Iglesias locales han asumido con razón el papel de protagonistas en la Missio ad Gentes, que los obispos, encabezados por el Pastor Supremo, que es el Papa, tienen la responsabilidad de la Missio ad Gentes, y que las Obras Pontificias no existen para ayudar a tal o cual misión elegida por la diócesis, o por una Conferencia Episcopal, sino a las misiones de toda la Iglesia y de las Iglesias que más lo necesiten”.
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