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13:06
Mensaje del Papa Francisco a los Directores Nacionales de OMP
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 28 may 2018 | 13:06
Mensaje del santo Padre Francisco a los Directores nacionales de Obras Misionales Pontificias.
"Queridos hermanos y hermanas:
"Queridos hermanos y hermanas:
Con este breve mensaje quisiera presentarles una realidad importante para la misión de la Iglesia, pero poco conocida: las Obras Misionales Pontificias.
Desde los primeros tiempos, el apoyo recíproco entre las Iglesias locales comprometidas en anunciar y dar testimonio del Evangelio, ha sido un signo de la Iglesia Universal. En efecto, la misión, animada por el Espíritu del Señor Resucitado amplía los espacios de la fe y la caridad hasta los extremos confines de la tierra.
En el siglo XX, el anuncio de Cristo recibió un nuevo impulso de la fundación de las Obras Misionales, con el fin específico de rezar y actuar concretamente para sostener la evangelización en los nuevos territorios. Estas Obras fueron reconocidas como Pontificias por el Papa Pío XI, que en este modo quería subrayar cómo la misión de la Iglesia hacia todos los pueblos es muy importante para el Sucesor de Pedro.
¡Y todavía es así! Las Obras Misionales Pontificias continúan hoy este importante servicio iniciado hace casi 200 años. Están presentes en 120 países con Directores Nacionales, coordinados por Secretariados Internacionales ante la Santa Sede.
¿Por qué las Obras Misionales Pontificias son importantes? Son importantes ante todo porque debemos rezar por los misioneros y las misioneras, por la acción evangelizadora de la Iglesia. La oración es la primera “obra misionera”, la primera que todo cristiano puede y debe hacer, y es también aquella más eficaz, si bien esto no se pueda medir. De hecho, el principal agente de la evangelización es el Espíritu Santo, y nosotros estamos llamados a colaborar con Él.
Además estas Obras garantizan en nombre del Papa una equitativa distribución de las ayudas, de modo que todas las Iglesias en el mundo tengan un mínimo de asistencia para le evangelización, para los sacramentos, para los propios sacerdotes, los seminarios, para el trabajo pastoral, para los catequistas. Sostén a los misioneros que evangelizan y sostén sobre todo con la oración, para que el Espíritu Santo esté presente. Es Él quien lleva adelante la evangelización. Por ello, los aliento a todos a colaborar en nuestra tarea común de anunciar el Evangelio y de sostener a las jóvenes Iglesias a través del trabajo de estas Obras Misionarias.
De esta manera, en cada pueblo, la Iglesia continúa a abrirse a todos y proclamar con alegría la Buena Noticia de Jesucristo, Salvador del mundo. ¡Gracias a todos de corazón!"
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12:26
Este Domingo: “Misioneros por el Mundo” en Balombo, Angola
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 27 abr 2018 | 12:26
OMPRESS-ANGOLA “Misioneros por el Mundo” de TRECE ha estado presentando la diversidad y riqueza misionera de la Iglesia.
Ya hemos conocido a unos cuantos misioneros enviados a todo el mundo por distintas instituciones, a ellos se suman el próximo domingo 29 de abril, tres Hijas de la Caridad que, siguiendo su carisma, sirven a Cristo “en los más pobres” de Balombo (Angola). Será el último programa hecho con la colaboración de OMP que se estrene esta temporada.
En una
zona de pobreza extrema, donde la esperanza de vida es de 38 años y
muchos niños no llegan a cumplir los 5, las hermanas trabajan en el
Hospital de Balombo intentando erradicar las principales causas de
la mortalidad infantil: malaria, malnutrición, diarreas, etc. Y ese
trabajo arroja frutos: la mortalidad infantil entre los menores de
dos años ha bajado a más de la mitad en el hospital. Junto a este
centro sanitario, las religiosas atienden un “Centro de Nutrición”
donde cuidan la alimentación de los niños que están superando la
fase más grave de desnutrición. Las misioneras se ocupan también de
la educación, otra de las pobrezas de esta región. En el Hogar
Virgen Milagrosa reciben a niñas de 6 a 20 años que llegan niñas de
las aldeas pobres para poder estudiar.
Las
tres Hijas de la Caridad que están en Balombo son Mª Begoña Couto
Gálvez, nacida en Aranjuez (Getafe); Emiliana (sor Emi) Morales del
Viso, de Toledo y Mª del Mar Corrales Bermejo, de Ávila.
Desde
el Hospital de Balombo, Mª Begoña constata una triste realidad: que
un niño desnutrido “no da guerra”, por eso puede estar en un rincón
de la casa hasta que su familia lo lleva al hospital, que es cuando
ya está muy mal. El desafío de las misioneras es transformar esta
realidad. Ante un recién nacido, Mª Begoña dice “es un gran regalo
de Dios poder estar aquí, mi servicio es eso, no es un trabajo, es
un regalo”
Sor Emi
es la responsable del Hogar Virgen Milagrosa. Una imagen de la
Virgen en el centro del patio recuerda que “Ella es la que dirige
nuestra vida diaria y cuida de nosotras”. Allí las niñas reciben una
educación integral. Muchas no han dormido nunca en una cama ni han
visto el agua salir por un grifo. Algunas de estas niñas, atraídas
por el ejemplo de las religiosas, quieren ser también Hijas de la
Caridad, como Emilia y Gracinda, dos niñas pobres que desean ahora
“entregarse a los pobres”.
Mª del
Mar se encarga de la escuela primaria y secundaria (620 niños). Las
Hermanas cuidan el nivel de formación de los profesores y de los
niños. En el colegio, dan el desayuno a los niños y esta es una de
las razones por las que no hay absentismo. Cuando en España, durante
el Domund, los niños iban a recoger donativos para que llegaran a
otros niños, Mª del Mar no imaginaba que iba a llegar a la misión a
ayudarles. Hoy permanece en Balombo porque su vocación es misionera:
“quiero llevar el Evangelio a los otros pueblos, y el Evangelio
desde la palabra y desde la obra”
“Misioneros por el Mundo” es un programa realizado por TRECE con la
colaboración de OMP, que se emite los domingos a las 13 horas,
después de la Misa.
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12:34
"Estamos llamados a cuidar del bien común, a cuidar de nuestros hermanos, especialmente de los más débiles y marginados."
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 4 abr 2018 | 12:34
Francisco: “Los misioneros siguen desafiando la conciencia adormecida de la humanidad”
El Papa Francisco recordaba ayer, antes del rezo del Regina Coeli, que Jesús con su resurrección, “ha derribado el muro de división entre los hombres y ha restaurado la paz, comenzando a tejer la red de una nueva fraternidad”.
De ahí que la Pascua, explicaba el Papa, nos exija no “confinarnos en lo privado, en nuestro grupo, sino que estamos llamados a cuidar del bien común, a cuidar de nuestros hermanos, especialmente de los más débiles y marginados. Solo la fraternidad puede garantizar una paz duradera, puede vencer la pobreza, puede extinguir las tensiones y las guerras, puede extirpar la corrupción y la criminalidad. Que el ángel que nos dice: ‘ha resucitado’, nos ayude a vivir la fraternidad y la novedad del diálogo y de la relación y la preocupación por el bien común”.
En su homilía durante la Vigilia Pascual, señalaba también que “esta es la base y la fuerza que tenemos como cristianos para gastar nuestras vidas y nuestra energía, inteligencia, afectos y voluntad en la búsqueda y especialmente en la generación de caminos de dignidad. No está aquí… ¡Ha resucitado! Es la proclamación que sostiene nuestra esperanza y la transforma en gestos concretos de caridad”.
A esa “chispa de la esperanza”, hacía referencia el Papa Francisco en el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo. Una chispa que, entre otras cosas, decía, se ve en la labor de los misioneros: “la esperanza porque tantos misioneros y misioneras siguen, todavía hoy, desafiando la conciencia adormecida de la humanidad arriesgando la vida para servirte en los pobres, en los descartados, en los emigrantes, en los invisibles, en los explotados, en los hambrientos y en los encarcelados”.
© Obras Misionales Pontificias. Todos los derechos reservados.
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Cierre del ejercicio económico 2017 de Obras Misionales Pontificias de España (OMP)
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 26 mar 2018 | 9:34
OMP España pone a disposición del Papa 16 millones y medio de euros para ayudar a las misiones.
Los españoles han vuelto a dar prueba de su generosidad con la Iglesia misionera, a través de su colaboración con Obras Misionales Pontificias (OMP). Tras el cierre del ejercicio económico del año 2017 -hecho a finales de febrero-, OMP informa a la Santa Sede del dinero disponible para sostener a los 1.113 Territorios de Misión –un tercio de la Iglesia universal-. Las cuentas son presentadas también ante todos los obispos de las diócesis españolas, y se presentarán en abril ante el Registro Mercantil.
En 2018, OMP España entregará al Santo Padre 16.518.698,05 €, gracias a la colaboración de los españoles con las jornadas misioneras de Domund, Infancia Misionera y Vocaciones Nativas del 2017. Los ingresos llegaron en su mayoría de las parroquias y las herencias, pero también llegaron a través de colegios, hospitales, suscripciones a revistas, domiciliaciones… En cuanto a los gastos, el 14% se ha invertido en animación misionera, el 1% en apoyar los institutos misioneros en España, y el 5% se han destinado a gastos de administración. El 80% resultante se gasta exclusivamente en la financiación de proyectos misioneros.
Con este dinero -16.518.698,05 €- se ayuda a sostener el trabajo que la Iglesia desarrolla en los Territorios de Misión, donde vive la mitad de la población mundial, y donde la Iglesia sostiene una gran labor evangelizadora y el 44% del trabajo social en el mundo. La Santa Sede encomienda el cuidado de estos Territorios a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que se apoya en OMP.
OMP España ha informado a los Secretariados Internacionales de las Obras Misionales Pontificias, para que se pueda saber qué dinero mundial hay disponible para las peticiones de ayuda recibidas a lo largo de todo el año. En la Asamblea Internacional de OMP, que se celebra en mayo, se decidirá el destino de las ayudas mundiales; y se indicará a OMP España qué proyectos va a apoyar con este dinero.
Mientras tanto, una vez informados los Secretariados Internacionales, OMP España presentará a cada obispo el ejercicio económico de OMP en su diócesis. Por último, como cada año, se elaborará un informe económico consolidado que se presenta en abril en el Registro Mercantil, donde se validan las cuentas y se sella.
“Queremos agradecer a los donantes la confianza depositada en nosotros”, afirma Anastasio Gil, director nacional de OMP. “Agradecemos el esfuerzo que hay detrás de cada euro, somos conscientes de que son la suma de muchos pocos”. El director nacional explica que “lo bonito de ayudar a OMP es que no sostiene esta o aquella misión, sino la misión universal de la Iglesia, sin distinción de países o congregaciones. Se trata de poner a disposición del Papa el dinero para apoyar la misión allí donde sea necesario”.
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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXXI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 2016
Written By Pepe on 22 jul 2016 | 12:08
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7)
Queridos jóvenes:
Hemos llegado ya a la última etapa de nuestra peregrinación a Cracovia, donde el próximo año, en el mes de julio, celebraremos juntos la XXXI Jornada Mundial de la Juventud. En nuestro largo y arduo camino nos guían las palabras de Jesús recogidas en el “sermón de la montaña”. Hemos iniciado este recorrido en 2014, meditando juntos sobre la primera de las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). Para el año 2015 el tema fue «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). En el año que tenemos por delante nos queremos dejar inspirar por las palabras: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).
1. El Jubileo de la Misericordia
Con este tema la JMJ de Cracovia 2016 se inserta en el Año Santo de la Misericordia, convirtiéndose en un verdadero Jubileo de los Jóvenes a nivel mundial. No es la primera vez que un encuentro internacional de los jóvenes coincide con un Año jubilar. De hecho, fue durante el Año Santo de la Redención (1983/1984) que San Juan Pablo II convocó por primera vez a los jóvenes de todo el mundo para el Domingo de Ramos. Después fue durante el Gran Jubileo del Año 2000 en que más de dos millones de jóvenes de unos 165 países se reunieron en Roma para la XV Jornada Mundial de la Juventud. Como sucedió en estos dos casos precedentes, estoy seguro de que el Jubileo de los Jóvenes en Cracovia será uno de los momentos fuertes de este Año Santo.
Quizás alguno de ustedes se preguntará: ¿Qué es este Año jubilar que se celebra en la Iglesia? El texto bíblico del Levítico 25 nos ayuda a comprender lo que significa un “jubileo” para el pueblo de Israel: Cada cincuenta años los hebreos oían el son de la trompeta (jobel) que les convocaba (jobil) para celebrar un año santo, como tiempo de reconciliación (jobal) para todos. En este tiempo se debía recuperar una buena relación con Dios, con el prójimo y con lo creado, basada en la gratuidad. Por ello se promovía, entre otras cosas, la condonación de las deudas, una ayuda particular para quien se empobreció, la mejora de las relaciones entre las personas y la liberación de los esclavos.
Jesucristo vino para anunciar y llevar a cabo el tiempo perenne de la gracia del Señor, llevando a los pobres la buena noticia, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad a los oprimidos (cfr. Lc 4,18-19). En Él, especialmente en su Misterio Pascual, se cumple plenamente el sentido más profundo del jubileo. Cuando la Iglesia convoca un jubileo en el nombre de Cristo, estamos todos invitados a vivir un extraordinario tiempo de gracia. La Iglesia misma está llamada a ofrecer abundantemente signos de la presencia y cercanía de Dios, a despertar en los corazones la capacidad de fijarse en lo esencial. En particular, este Año Santo de la Misericordia «es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre» (Homilía en las Primeras Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia, 11 de abril de 2015).
2. Misericordiosos como el Padre
El lema de este Jubileo extraordinario es: «Misericordiosos como el Padre» (cfr. Misericordiae Vultus, 13), y con ello se entona el tema de la próxima JMJ. Intentemos por ello comprender mejor lo que significa la misericordia divina.
El Antiguo Testamento, para hablar de la misericordia, usa varios términos; los más significativos son los de hesed y rahamim. El primero, aplicado a Dios, expresa su incansable fidelidad a la Alianza con su pueblo, que Él ama y perdona eternamente. El segundo, rahamim, se puede traducir como “entrañas”, que nos recuerda en modo particular el seno materno y nos hace comprender el amor de Dios por su pueblo, como es el de una madre por su hijo. Así nos lo presenta el profeta Isaías: «¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!» (Is 49,15). Un amor de este tipo implica hacer espacio al otro dentro de uno, sentir, sufrir y alegrarse con el prójimo.
En el concepto bíblico de misericordia está incluido lo concreto de un amor que es fiel, gratuito y sabe perdonar. En Oseas tenemos un hermoso ejemplo del amor de Dios, comparado con el de un padre hacia su hijo: «Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; […] ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer» (Os 11,1-4). A pesar de la actitud errada del hijo, que bien merecería un castigo, el amor del padre es fiel y perdona siempre a un hijo arrepentido. Como vemos, en la misericordia siempre está incluido el perdón; ella «no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. […] Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón» (Misericordiae Vultus, 6).
El Nuevo Testamento nos habla de la divina misericordia (eleos) como síntesis de la obra que Jesús vino a cumplir en el mundo en el nombre del Padre (cfr. Mt 9,13). La misericordia de nuestro Señor se manifiesta sobre todo cuando Él se inclina sobre la miseria humana y demuestra su compasión hacia quien necesita comprensión, curación y perdón. Todo en Jesús habla de misericordia, es más, Él mismo es la misericordia.
En el capítulo 15 del Evangelio de Lucas podemos encontrar las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja perdida, de la moneda perdida y aquélla que conocemos como la del “hijo pródigo”. En estas tres parábolas nos impresiona la alegría de Dios, la alegría que Él siente cuando encuentra de nuevo al pecador y le perdona. ¡Sí, la alegría de Dios es perdonar! Aquí tenemos la síntesis de todo el Evangelio. «Cada uno de nosotros es esa oveja perdida, esa moneda perdida; cada uno de nosotros es ese hijo que ha derrochado la propia libertad siguiendo ídolos falsos, espejismos de felicidad, y ha perdido todo. Pero Dios no nos olvida, el Padre no nos abandona nunca. Es un padre paciente, nos espera siempre. Respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel. Y cuando volvemos a Él, nos acoge como a hijos, en su casa, porque jamás deja, ni siquiera por un momento, de esperarnos, con amor. Y su corazón está en fiesta por cada hijo que regresa. Está en fiesta porque es alegría. Dios tiene esta alegría, cuando uno de nosotros pecadores va a Él y pide su perdón» (Ángelus, 15 de septiembre de 2013).
La misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona. A la edad de diecisiete años, un día en que tenía que salir con mis amigos, decidí pasar primero por una iglesia. Allí me encontré con un sacerdote que me inspiró una confianza especial, de modo que sentí el deseo de abrir mi corazón en la Confesión. ¡Aquel encuentro me cambió la vida! Descubrí que cuando abrimos el corazón con humildad y transparencia, podemos contemplar de modo muy concreto la misericordia de Dios. Tuve la certeza que en la persona de aquel sacerdote Dios me estaba esperando, antes de que yo diera el primer paso para ir a la iglesia. Nosotros le buscamos, pero es Él quien siempre se nos adelanta, desde siempre nos busca y es el primero que nos encuentra. Quizás alguno de ustedes tiene un peso en el corazón y piensa: He hecho esto, he hecho aquello… ¡No teman! ¡Él les espera! Él es padre: ¡siempre nos espera! ¡Qué hermoso es encontrar en el sacramento de la Reconciliación el abrazo misericordioso del Padre, descubrir el confesionario como lugar de la Misericordia, dejarse tocar por este amor misericordioso del Señor que siempre nos perdona!
Y tú, querido joven, querida joven, ¿has sentido alguna vez en ti esta mirada de amor infinito que, más allá de todos tus pecados, limitaciones y fracasos, continúa fiándose de ti y mirando tu existencia con esperanza? ¿Eres consciente del valor que tienes ante Dios que por amor te ha dado todo? Como nos enseña San Pablo, «la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rom 5,8). ¿Pero entendemos de verdad la fuerza de estas palabras?
Sé lo mucho que ustedes aprecian la Cruz de las JMJ – regalo de San Juan Pablo II – que desde el año 1984 acompaña todos los Encuentros mundiales de ustedes. ¡Cuántos cambios, cuántas verdaderas y auténticas conversiones surgieron en la vida de tantos jóvenes al encontrarse con esta cruz desnuda! Quizás se hicieron la pregunta: ¿De dónde viene esta fuerza extraordinaria de la cruz? He aquí la respuesta: ¡La cruz es el signo más elocuente de la misericordia de Dios! Ésta nos da testimonio de que la medida del amor de Dios para con la humanidad es amar sin medida! En la cruz podemos tocar la misericordia de Dios y dejarnos tocar por su misericordia. Aquí quisiera recordar el episodio de los dos malhechores crucificados junto a Jesús. Uno de ellos es engreído, no se reconoce pecador, se ríe del Señor; el otro, en cambio, reconoce que ha fallado, se dirige al Señor y le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Jesús le mira con misericordia infinita y le responde: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (cfr. Lc 23,32.39-43). ¿Con cuál de los dos nos identificamos? ¿Con el que es engreído y no reconoce sus errores? ¿O quizás con el otro que reconoce que necesita la misericordia divina y la implora de todo corazón? En el Señor, que ha dado su vida por nosotros en la cruz, encontraremos siempre el amor incondicional que reconoce nuestra vida como un bien y nos da siempre la posibilidad de volver a comenzar.
3. La extraordinaria alegría de ser instrumentos de la misericordia de Dios
La Palabra de Dios nos enseña que «la felicidad está más en dar que en recibir» (Hch 20,35). Precisamente por este motivo la quinta Bienaventuranza declara felices a los misericordiosos. Sabemos que es el Señor quien nos ha amado primero. Pero sólo seremos de verdad bienaventurados, felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, si descubrimos que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces de amar como Él, sin medida. Como dice San Juan: «Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. […] Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros» (1 Jn 4,7-11).
Después de haberles explicado a ustedes en modo muy resumido cómo ejerce el Señor su misericordia con nosotros, quisiera sugerirles cómo podemos ser concretamente instrumentos de esta misma misericordia hacia nuestro prójimo.
Me viene a la mente el ejemplo del beato Pier Giorgio Frassati. Él decía: «Jesús me visita cada mañana en la Comunión, y yo la restituyo del mísero modo que puedo, visitando a los pobres». Pier Giorgio era un joven que había entendido lo que quiere decir tener un corazón misericordioso, sensible a los más necesitados. A ellos les daba mucho más que cosas materiales; se daba a sí mismo, empleaba tiempo, palabras, capacidad de escucha. Servía siempre a los pobres con gran discreción, sin ostentación. Vivía realmente el Evangelio que dice: «Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto» (Mt 6,3-4). Piensen que un día antes de su muerte, estando gravemente enfermo, daba disposiciones de cómo ayudar a sus amigos necesitados. En su funeral, los familiares y amigos se quedaron atónitos por la presencia de tantos pobres, para ellos desconocidos, que habían sido visitados y ayudados por el joven Pier Giorgio.
A mí siempre me gusta asociar las Bienaventuranzas con el capítulo 25 de Mateo, cuando Jesús nos presenta las obras de misericordia y dice que en base a ellas seremos juzgados. Les invito por ello a descubrir de nuevo las obras de misericordia corporales: dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, acoger al extranjero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: aconsejar a los que dudan, enseñar a los ignorantes, advertir a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, soportar pacientemente a las personas molestas, rezar a Dios por los vivos y los difuntos. Como ven, la misericordia no es “buenismo”, ni un mero sentimentalismo. Aquí se demuestra la autenticidad de nuestro ser discípulos de Jesús, de nuestra credibilidad como cristianos en el mundo de hoy.
A ustedes, jóvenes, que son muy concretos, quisiera proponer que para los primeros siete meses del año 2016 elijan una obra de misericordia corporal y una espiritual para ponerla en práctica cada mes. Déjense inspirar por la oración de Santa Faustina, humilde apóstol de la Divina Misericordia de nuestro tiempo:
«Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla […]
a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos […]
a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos […]
a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras […]
a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio […]
a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo» (Diario 163).
El mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de vida muy concreto y exigente, pues implica las obras. Una de las obras de misericordia más evidente, pero quizás más difícil de poner en práctica, es la de perdonar a quien te ha ofendido, quien te ha hecho daño, quien consideramos un enemigo. «¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices» (Misericordiae Vultus, 9).
Me encuentro con tantos jóvenes que dicen estar cansados de este mundo tan dividido, en el que se enfrentan seguidores de facciones tan diferentes, hay tantas guerras y hay incluso quien usa la propia religión como justificación para la violencia. Tenemos que suplicar al Señor que nos dé la gracia de ser misericordiosos con quienes nos hacen daño. Como Jesús que en la cruz rezaba por aquellos que le habían crucificado: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). El único camino para vencer el mal es la misericordia. La justicia es necesaria, cómo no, pero ella sola no basta. Justicia y misericordia tienen que caminar juntas. ¡Cómo quisiera que todos nos uniéramos en oración unánime, implorando desde lo más profundo de nuestros corazones, que el Señor tenga misericordia de nosotros y del mundo entero!
4. ¡Cracovia nos espera!
Faltan pocos meses para nuestro encuentro en Polonia. Cracovia, la ciudad de San Juan Pablo II y de Santa Faustina Kowalska, nos espera con los brazos y el corazón abiertos. Creo que la Divina Providencia nos ha guiado para celebrar el Jubileo de los Jóvenes precisamente ahí, donde han vivido estos dos grandes apóstoles de la misericordia de nuestro tiempo. Juan Pablo II había intuido que este era el tiempo de la misericordia. Al inicio de su pontificado escribió la encíclica Dives in Misericordia. En el Año Santo 2000canonizó a Sor Faustina instituyendo también la Fiesta de la Divina Misericordia en el segundo domingo de Pascua. En el año 2002 consagró personalmente en Cracovia el Santuario de Jesús Misericordioso, encomendando el mundo a la Divina Misericordia y esperando que este mensaje llegase a todos los habitantes de la tierra, llenando los corazones de esperanza: «Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad» (Homilía para la Consagración del Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia, 17 de agosto de 2002).
Queridos jóvenes, Jesús misericordioso, retratado en la imagen venerada por el pueblo de Dios en el santuario de Cracovia a Él dedicado, les espera. ¡Él se fía de ustedes y cuenta con ustedes! Tiene tantas cosas importantes que decirle a cada uno y cada una de ustedes… No tengan miedo de contemplar sus ojos llenos de amor infinito hacia ustedes y déjense tocar por su mirada misericordiosa, dispuesta a perdonar cada uno de sus pecados, una mirada que es capaz de cambiar la vida de ustedes y de sanar sus almas, una mirada que sacia la profunda sed que demora en sus corazones jóvenes: sed de amor, de paz, de alegría y de auténtica felicidad. ¡Vayan a Él y no tengan miedo! Vengan para decirle desde lo más profundo de sus corazones: “¡Jesús, confío en Ti!”. Déjense tocar por su misericordia sin límites, para que ustedes a su vez se conviertan en apóstoles de la misericordia mediante las obras, las palabras y la oración, en nuestro mundo herido por el egoísmo, el odio y tanta desesperación.
Lleven la llama del amor misericordioso de Cristo – del que habló San Juan Pablo II – a los ambientes de su vida cotidiana y hasta los confines de la tierra. En esta misión, yo les acompaño con mis mejores deseos y mi oración, les encomiendo todos a la Virgen María, Madre de la Misericordia, en este último tramo del camino de preparación espiritual hacia la próxima JMJ de Cracovia, y les bendigo de todo corazón.
Desde el Vaticano, 15 de agosto de 2015
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María
Francisco
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11:46
Cuaresma y Misión: IV domingo (Reflexión misionera)
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 16 mar 2015 | 11:46
En el cuarto domingo de #cuaresma, se nos ofrece una nueva oportunidad de reflexión misionera.
“Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre” (Papa Francisco en el Mensaje para la Cuaresma 2015).
Se corresponden textualmente con la lectura el evangelio de este domingo: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna” (Jn 3,16).
Esta expresión del evangelista san Juan refleja la experiencia más profunda del cristiano: Dios nos ha salvado al precio de la cruz de su Hijo. El Mensaje del Papa para la Cuaresma nos recuerda que Dios no es indiferente a la realidad de la humanidad. Él se interesa por cada uno de sus hijos con un interés que no es egoísta, sino que es fruto del amor y busca lo mejor para cada uno de nosotros. “Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros,nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede”.
Lo profundo de este amor se manifiesta en la entrega de Jesús por la salvación de cada uno de nosotros: “En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra”. La Iglesia simplemente continúa esa acción salvífica de Cristo. El Papa usa una imagen llena de significado: “La Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta”. Es una imagen muy bella de cómo la Iglesia tiene que realizar su misión: mantener abierta la puerta entre el cielo y la tierra para que el hombre, todo hombre, pueda tener acceso a Dios. La Iglesia lo hace “mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6)”.
Por desgracia, el mundo no reconoce este amor de Dios y “tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él”. Cree que puede salvarse por sus propias fuerzas. Y esta tentación hace mella, además, en los cristianos “nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos”. La Cuaresma en el tiempo privilegiado para hacer la experiencia de la inutilidad de los esfuerzos por salvarnos a nosotros mismos, que están inevitablemente abocados al fracaso. Pero “Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3,17), por lo que, abriéndonos confiadamente al don de su amor, acogeremos la misericordia de Dios.
La misión de la Iglesia es abrir las puertas de la salvación. El Papa expresa este deseo: “que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”. La misión de la Iglesia es mostrar como Dios se interesa por todos sus hijos; por eso es urgente la conversión: dejar de lado la indiferencia y manifestar la misericordia de Dios.
Juan Martínez,
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13:16
"No hay misión sin misioneros", Monseñor Rugambwa
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 22 may 2014 | 13:16
El presidente internacional de Obras Misionales Pontificias (OMP) −que viajó desde Roma invitado por OMP en España para asistir al encuentro de responsables de la animación misionera−, reconoció una brecha entre el magisterio eclesial sobre la misión y su puesta en práctica. Hacen falta personas que "estén dispuestas a ser enviadas, para que continúe la misión mesiánica de Cristo". La necesidad de un despertar de la vocación misionera fue el hilo conductor de su mensaje.
Todas las diócesis españolas estuvieron representadas en el encuentro de responsables de la animación misionera en España, celebrado del 19 al 21 de mayo en Madrid con el tema "La vocación misionera ad gentes". Los directores diocesanos de OMP estuvieron acompañados por los cinco obispos miembros de la Comisión Episcopal de Misiones (su presidente, Braulio Rodríguez y los cuatro miembros: Francisco Pérez, Miguel Asurmendi, Ramón del Hoyo y Camilo Lorenzo); el presidente de OMP, Protase Rugambwa; el presidente nacional de OMP, Anastasio Gil; y como invitado, el presidente de OMP en Guinea Ecuatorial.En su análisis sobre la situación actual de la misión, que el arzobispo Rugambwa desarrolló en una conferencia titulada "No hay misión sin misioneros", el presidente de OMP intentó presentar las causas por las que, a pesar de la "profunda reflexión" que el magisterio eclesial ha plasmado en los últimos 30 años sobre la urgencia de la evangelización, "las cuentas no dan resultados en términos de personas que dedican su vida a la obra de las misiones". Se refería concretamente a las "vocaciones específicas para la evangelización en otros países, culturas y religiones"."Parece que el espíritu misionero, en esta fase en que con obviedad la Iglesia se reconoce por su naturaleza misionera, no encuentra ya respuestas radicales. Se contenta con navegar junto a la costa, más que dejarse llevar del viento del Espíritu hacia los confines del mundo y de la humanidad". Recordando lo que san Juan Pablo II afirmaba en su Encíclica "Redemptoris missio", que la misión "se halla todavía en los comienzos y debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio", monseñor Rugambwa dijo que la enunciación de este principio "parece caer en el vacío" y se mostró contundente al afirmar que "hay necesidad de personas, que respondiendo a la invitación de Cristo, y a las repetidas súplicas de la Iglesia, estén dispuestas a ser enviadas".Esteban Aranaz, misionero "fidei donum" en China; y Cristina Castillo, misionera de Cristo Jesús en Filipinas, forman parte de esas personas generosas que han sabido comprometerse en serio con las necesidades de la Iglesia Universal. Ambos, han tenido una "nueva llamada" −como llamó la misonóloga Mª Jesús Hernando al regreso obligado por diversas circunstancias−, pero no han dejado de ser misioneros.Ambos han abierto su mente y su corazón al salir de la iglesia local. Esteban ha sido testigo en primera persona del que definió el "acontecimiento más dramático" de la historia china, que para este misionero no ha sido tanto la persecución de los cristianos (con lo que eso significa), cuanto la creación de una "Oficina de Asuntos Religiosos" y de "la Asociación Patriótica", que ha dividido a la comunidad eclesial y a las familias, y nos ha hecho pensar en una división "entre buenos y malos", cuando la realidad es mucho más compleja".Por su parte, Cristina aprendió "la amabilidad en el trato" de los indígenas con los que convivía en Filipinas; algo que le está sirviendo mucho en su nueva tarea en la pequeña comunidad de religiosas con las que vive en Javier (Navarra), que se ocupan de acoger a personas con inquietud misionera, que van a compartir con ellas unos días. En la misión, Cristina aprendió también que "ser minoría es una buena experiencia, porque no tienes poder y te sitúas en la vida de otra manera".Si es verdad que "no hay misión sin misioneros", también lo es la necesidad de dar a conocer la misión. Así lo explicó el secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José Mª Gil Tamayo, que se refirió al tema misionero como un tema "atractivo" para la comunicación social, aunque afirmó que no se puede desintegrar de la visión total de la Iglesia. Gil Tamayo pidió diseñar una estrategia de comunicación capaz de crear una "cultura misionera", porque hoy hay necesidad de plantear historias que den sentido a la vida" y "la misión es una oferta de sentido".
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Las Obras Misionales Pontificias, uno de los instrumentos más importantes para la prioridad de la Misión ad Gentes
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 8 may 2014 | 17:07
OMPRESS-ROMA (7-5-14) Mons. Protase Rugambwa, Presidente de las Obras Misionales Pontificias (OMP), manifestaba que “las OMP son uno de los instrumentos más importantes y relevantes para mantener alta la prioridad de la Missio ad Gentes en vuestras Iglesias. Con este fin se han llevado a cabo publicaciones de revistas, conferencias para jóvenes, adultos, adolescentes, cursos de formación misionera para el clero y los laicos, jornadas misioneras, recaudación de fondos, visitas a seminarios, congregaciones religiosas, y muchas otras actividades”. Estas palabras las dirigía a los participantes de la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias, que se está desarrollando esta semana en Roma con la presencia de los más de 130 directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias en todo el mundo.
Mons. Protase hizo amplia referencia al ministerio misionero del Papa Francisco, quien “desea una iglesia que no esté cerrada en sí misma, sino una Iglesia en salida misionera. Una Iglesia evangélica pobre, que se proyecte y elija a los pobres, que vaya alrededor del mundo, especialmente a las periferias geográficas y antropológicas. Y nos está diciendo que debemos ser evangelizadores alegres, felices, que donan la alegría del Evangelio a todos. Es un gran estímulo para que nosotros continuemos la obra de cooperación misionera para la que hemos sido designados”.
Después de mencionar las actividades realizadas por el Comité Ejecutivo y la Comisión económica, además de las cuestiones tratadas en la Asamblea especial de noviembre, el Presidente de las OMP se ha detenido en la situación que estamos viviendo. “Estamos en un período de transformaciones profundas, no sólo a nivel eclesial sino también a nivel civil. No exagero al decir que hoy en día es difícil, incluso trabajar y ayudar a los pobres y a los que son llamados desechos de la humanidad. Tal vez debido a algunos abusos o escándalos, las leyes de algunos Estados están haciendo difícil, de hecho, la ayuda económica a las iglesias, poniendo normas muy estrictas sobre la exportación de capitales”.
En este sentido, Mons. Rugambwa señaló algunos aspectos prácticos. En primer lugar, la necesidad de “una comunión sincera y eficaz entre oficinas nacionales y secretariados internacionales”, ya que “se necesita un diálogo continuo, sincero, una comunicación eficaz, una ayuda mutua, un respeto y una estima que provienen del hecho de que nosotros no trabajamos para nosotros mismos, sino para el Reino de Dios. Si logramos hacer de esta gran y capilar organización, que son las Obras Pontificias, una familia, entonces estas recuperarán un nuevo esplendor y una vitalidad renovada”. Otra cuestión destacada fue la comunicación y la transparencia del factor económico, en lo que se lleva trabajando desde hace tiempo: el nivel actual de claridad y transparencia logrado a nivel central, tendrá que reflejarse ahora a nivel de las direcciones nacionales.
Por último, Mons. Rugambwa afirmó que los Directores Nacionales deben ser un “puente entre la congregación y la sede central de las OMP y las Conferencias Episcopales, y, en particular, las Comisiones de Misiones o para la Evangelización”. “Es importante recordar, especialmente en estos tiempos, en los que las Iglesias locales han asumido con razón el papel de protagonistas en la Missio ad Gentes, que los obispos, encabezados por el Pastor Supremo, que es el Papa, tienen la responsabilidad de la Missio ad Gentes, y que las Obras Pontificias no existen para ayudar a tal o cual misión elegida por la diócesis, o por una Conferencia Episcopal, sino a las misiones de toda la Iglesia y de las Iglesias que más lo necesiten”.
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Curso de misionología en Roma
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 8 feb 2014 | 9:49
Criterios modernos de cooperación misionera.
Durante los próximos días 10 al 20 de febrero tendrá lugar en Roma el segundo curso de misionología para Directores diocesanos de OMP en España y América Latina.
La finalidad es la de ofrecer a los Directores diocesanos de las OMP en lengua castellana un curso de convivencia y formación misioneras para realizar con competencia profesional la labor de animación, formación y cooperación misioneras que les ha encomendado su respectivo obispo.
Nuestro director, Juan Piña Batista, asistirá al curso. Deseamos venga renovado en sus conocimientos y de ardor misionero, para impulsar en nuestras Diócesis ricos caminos para la misión "ad gentes". ¡¡ Oraciones !!
Los contenidos del curso son:
Teología de la Misión
La misión ad gentes
Nueva Evangelización
Dimensión teológica y misionera de los estatutos de las Obras Misionales Pontificias
La cooperación misionera: Instrucción Cooperatio Missionalis
Servicios diocesanos de animación y formación misionera
La espiritualidad misionera
Los territorios de misión
La Obra Pontificia San Pedro Apóstol
Interpelaciones actuales de la misión
La Obra Pontificia Infancia Misionera
Nuevos areópagos de la misión
La Obra Pontificia Unión Misional
La vocación misionera
Los profesores que impartirán las clases son:
Mons. Savio Hon Tai-Fai, Arzobispo Secretario Congregación Propaganda Fide
Mons. Octavio Ruiz, Arzobispo Secretario Pontificio Consejo Nueva Evangelización
P. Vito del Prete, Secretario General Pontifica Unión Misional (PUM)
Anastasio Gil, Director nacional de las OMP España
P. Timoteo Lehane, Secretario General de Propagación de la Fe (PF)
P. Gerardo Roncero
P. Fernando Domingues, Secretario General Pontificia Obra de San Pedro Apóstol (POSPA)
Eloy Bueno, misionólogo
J. Baptistine, Secretaria General Pontificia Obra de Santa Infancia o Infancia Misionera
Mons. Protase Rugambwa, Presidente de las Obras Misionales Pontificias
Al congreso asistirán alrededor de 17 directores diocesanos de España y 18 de Latinoamérica. De España estarán presentes las diócesis de Alcalá de Henares, Almería, Badajoz, Bilbao, Cádiz y Ceuta, Cartagena, Getafe, IEME, Lugo, Madrid, Salamanca, San Sebastián, Santander, Segorbe-Castellón, Tarragona, Valencia y Vitoria. Los participantes de Latinoamérica provienen de todos los rincones del continente, desde Argentina hasta República Dominicana.
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12:42
JORNADA FORMACIÓN EMPLEADOS Y VOLUNTARIOS
Written By MISIONES DIOCESANA de CÁDIZ y CEUTA on 7 feb 2014 | 12:42
“Asia y
Oceanía, territorios de misión”, será el tema central de la XI Jornadas de
Formación para Empleados y Voluntarios de Obras Misionales Pontificias España
que tendrá lugar del 17 al 18 de febrero de 2014.
En el
año 2014 las Jornadas de Formación se dedicaran al estudio de la realidad
evangelizadora en los continentes de Asia y Oceanía ya que años anteriores se
profundizó en la realidad evangelizadora de América (2013) y de África
(2012).
Las
Jornadas tendrán una ponencia marco para la reflexión, a cargo monseñor
Figaredo, Prefecto Apostólico de Battambang (Camboya), bajo el título “Asia y
Oceanía, territorios de misión”.
Por
otra parte, los empleados y voluntarios de OMP se acercarán también a la
realidad de la misión en el continente americano a través del testimonio de
algunos misioneros que trabajan en Oceanía, la religiosa filipina de la
Fraternidad Misionera Verbum Dei; Gelyn Javate; y en Asia: el sacerdote español
Esteban Aranaz, misionero en China; y la misionera de Cristo Jesús en Filipinas,
Cristina Castillo.
También
se abordará el tema del acompañamiento a los misioneros, tanto en destino como
una vez regresados; y la animación misionera en la escuela, a través de la
enseñanza de Religión y de una pastoral misionera específica.
Y como
en cada edición, además de la puesta en común de las respectivas experiencias
de trabajo en todas las Direcciones Diocesanas de OMP.
Destinatarios:
Empleados y
voluntarios de las OMP y de las Delegaciones diocesanas de Misiones.
Colaboradores
en la animación y formación misionera de las diócesis.
Objetivos:
Conocer la
realidad evangelizadora en los continentes de Asia y Oceanía.
Intercambiar
experiencias sobre la animación y formación misionera en las diócesis.
Fortalecer el
acompañamiento a los misioneros en destino y regresados.
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